lunes, 20 de febrero de 2012

Esta revolución no tiene rostro - Wu Ming

Desde principios y mediados de los 90, un puñado de italianos se embarcaron en una exploración de la simbología contemporánea con la intención de comprender si es posible una reutilización libertaria y no alienante de los mitos. Los miembros de Wu Mingparticiparon activamente en aquella experimentación como fundadores del proyectoLuther Blissett, un pseudónimo multi-uso que fue adoptado por cientos de personas interesadas en construir la reputación subversiva de un imaginario Robin Hood, elegido como líder virtual de una comunidad abierta que se desarrollaba mediante intervenciones en los medios de comunicación, creación de mitos, escritura subversiva, performances radicales y sabotaje cultural. Con este pseudónimo firmaron Q, para después de su publicación abandonarlo y constituirse como colectivo de escritores y activistas en torno a una nueva firma, Wu Ming, que en chino significa "Sin nombre". Un desarrollo de la apuesta por elaborar una narrativa de emancipación muy pegada al cuerpo del (mal llamado) "movimiento antiglobalización".

Esta revolución no tiene rostro agrupa textos escritos durante los últimos dos años en condiciones y con intenciones muy variopintas: los hay de coyuntura política, cuentos, investigaciones sobre "formas de vida", relatos de la acción política del movimiento global, cartas a periódicos italianos, panfletos, manifiestos, declaraciones, etc. Una buena muestra de la producción de uno de los experimentos político-literarios más relevantes de los últimos años.

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El maestro ignorante - Jacques Rancière

En el año 1818, Joseph Jacotot, revolucionario exiliado y lector de literatura francesa en la Universidad de Lovaina, empezó a sembrar el pánico en la Europa sabia. No contento con haber enseñado el francés a los estudiantes flamencos sin darles ninguna lección, se puso a enseñar lo que él ignoraba y a proclamar la palabra de orden de la emancipación intelectual: todos los hombres tienen igual inteligencia. Se puede aprender solo, sin maestro explicador, y un padre de familia pobre e ignorante puede hacerse instructor de su hijo. La instrucción es como la libertad: no se da, se toma. La distancia que el explicador pretende reducir es aquella de la que vive y la que, por tanto, no cesa de reproducir al igual que hace tanto la Escuela como la sociedad pedagogizada. La igualdad no es fin a conseguir, sino punto de partida. Quien justifica su propia explicación en nombre de la igualdad desde una situación desigualitaria la coloca de hecho en un lugar inalcanzable. La igualdad nunca viene después, como un resultado a alcanzar. Ella debe estar siempre delante. Instruir puede significar dos cosas exactamente opuestas: confirmar una incapacidad en el acto mismo que pretende reducirla o, a la inversa, forzar a una capacidad, que se ignora o se niega, a reconocerse y a desarrollar todas las consecuencias de este reconocimiento. El primer acto se llama atontamiento, el segundo emancipación.

Es una cuestión de filosofía: se trata de saber si el acto mismo de recibir la palabra del maestro -la palabra del otro- es un testimonio de igualdad o de desigualdad. Es una cuestión de política: se trata de saber si un sistema de enseñanza tiene como presupuesto una desigualdad para "reducir" o una igualdad para verificar.

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El anti-edipo - Gilles Deleuze y Félix Guattari

Partiendo del convencimiento de que "Edipo no sirve absolutamente para nada",Deleuze y Guattari se impregnan de la atmósfera cultural del período, en especial delFoucault de Las palabras y las cosas, y afirman que la invención del hombre por el orden burgués de que habla este último puede comprenderse mejor a partir del análisis de los mecanismos de producción del hombre en la sociedad actual, es decir, a partir de la disección de la máquina social capitalista que los autores acometen mediante el procedimiento de descodificación-territorialización.

No en vano se ha afirmado repetidas veces la complementariedad de algunos capítulos de El Anti-Edipo y Las palabras y las cosas, y no en vano la obra de Deleuze yGuattari contribuyó a la gestación de Vigilar y castigar. A partir de ahí, de esa época de ebullición teórica reflejada en el texto, El Anti-Edipo se convertiría en una referencia clásica y el esquizoanálisis -que se propone desedipizar el inconsciente para acceder a los verdaderos problemas- en un método fecundo para analizar las máquinas deseantes y sus productos sociales.

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